El fracaso como una de las Bellas Artes

El hombre del renacimiento vive del fracaso

«Yo he hecho muchas cosas porque he fracasado en todas. Yo parto del fracaso como una de las Bellas Artes.»
Pepín Tre

Cuando se habla de artistas multidisciplinares, se pueden alegar una gran cantidad de razones. Se puede decir que la diversificación es fruto una gran curiosidad por parte del creador. Se puede argumentar que la expresión artística no entiende de barreras formales. Se pueden hablar de misteriosas razones, de inspiración, iluminación divina o mentes prodigiosas. Pero ninguno de estos mitos contiene toda la verdad. Es el fracaso, el verdadero fracaso, el que se siente con independencia de lo que se oye, el que mueve a un artista a reinventarse.

«He ofendido a Dios y a la humanidad porque mi trabajo no tuvo la calidad que debía haber tenido.»
Leonardo da Vinci

Un artista, conforme avanza en su trayectoria, se ve, por lo general, obligado a convertirse en un hombre del renacimiento. Esto es así porque se emprenden toda clase de industrias que, por lo general, interesan a una minoría. Son industrias fracasadas. Una parte marginal de la economía. Tecnologías obsoletas o demasiado punteras. Formas de comunicar que no siempre encuentran su público, su momento y/o su lugar idóneo.

Sí, se puede vivir del fracaso.